Hay personas que por su impronta y su sabiduría deberían vivir doscientos años.
Se que eso no es posible, pero yo no me puedo quejar, pues he tenido la suerte de conocerlo y además de haber leido sus libros que guardaré para mis hijos como las cosas más preciadas.
El Contralmirante dejó en mi sus enseñanzas que me acompañaron toda mi vida desde 1976, año en que como conscripto clase 1955 estuve en el Departamento de Estudios Históricos Navales en el piso 12 del Edificio Libertad.
Dejo mi humilde testimonio a una persona grande en serio.
Su hombría de bién y su humor los llevo en mi corazón.