El sábado enterramos a mi tía Carmen, la única hermana de mi madre, era hija de los Condes de La Almina y nieta del Marqués de Guad-el-Jelú con Grandeza de España. Pero ante todo era una persona excepcional; Tímida, alegre, sonriente, coqueta como ella sola, guapa de chocar y con un espíritu ingñenuo, andarín y risueño que le hacía desprender ternura por donde pasara. Jamás la vi enfadada. Profundamente creyente, siempre estuvo entregada a su marido, a su hijo Iñigo, a sus sobrinos (entre los que me encuentro) y nietos. Era la «abuela del parque». Y era, como todos los Sangro (dos veces) y Taboada, una artista. Dibujaba de maravilla y tenía una sensibilidad especial para las artes. Venía a verme cantar al Auditorio, cada vez que hacía de chulapo de zarzuela y en donde fuera, especialmente en Navidad. Reía y disfrutaba en familia.Vivió en París y Lisboa durante una temporada en la que mi abuelo estuvo destinado allí y conservó siempre la humanidad, el saber estar y el glamour de la gente con mundo. Pero siempre con humildad, la sonrisa eterna en los labios y el cariño en su gran corazón. Descanse en paz. Tía Carmen. Javier García-Lomas Taboada