Estimada familia:
Hace unos momentos acabo de ver por casualidad la esquela de Pablo Menéndez Álvarez que falleció esta semana. Aunque no lo conocía personalmente, lo siento, sobre todo por lo joven que era, podría haber sido mi hijo.

Y pensando en los sentimientos de profunda angustia, soledad y dolor que pudieran llegar a tenerse cuando fallece un ser querido, sobre todo si es un esposo o un hijo, me sentí motivado a escribirles para expresarles mi más sincero pésame. ¿Habrá algo que pueda mitigar tanto dolor?

Por la esquela que publicaron, me ha parecido que son personas creyentes en Dios, e igual que ustedes oro para que Dios se acuerde de Pablo en el día de la resurrección. Pero aún siendo creyentes, en una situación como ésta, es normal que uno no entienda por qué suceden algunas cosas y tenga muchas preguntas y dudas… ¿Por qué?… ¿Por qué morimos? ¿Qué sentido tiene la vida? ¿Será verdad lo que Dios ha prometido en las Santas Escrituras sobre la resurrección y la eternidad? (Job 14:14; Mt 19:26; Hc 26:8; Jn 3:16).

Sé por experiencia que resulta difícil entender por qué, si Dios existe, hay tanto sufrimiento, y creer que pueda ser realidad en el futuro volver a ver a nuestros seres queridos muertos y estar en la compañía de ellos para siempre (Juan 5:28,29; Hechos 24:15; Sal 37:29; Lc 23:43).

Permítanme, por favor, con todo respeto a sus creencias, compartir con ustedes, si lo desean, la página de Internet jw.org donde encontrarán respuestas a sus preguntas y consuelo que les ayudará a sobreponerse a este dolor que están sufriendo, tal como me ha ayudado también a mí. Comprobarán que hay razones convincentes para creer así.

Deseándoles que Dios les de las fuerzas que necesitan para continuar con su vida, hacer frente a esta triste pérdida, y tengan la esperanza segura de volver a ver a Pablo (Hc 17:31-34, 1 Co 15:3-8,16-19,32), reciban mis sinceros saludos.